lunes, 30 de julio de 2007

dos fragmentos de safo por leonor silvestri


Fragmento 2

Inmortal Afrodita del trono multicolor, hija de Zeus, que trenzás engaños, te imploro, no sometas mi corazón a tormentos y a angustias, señora. Sino vení aquí, si una vez en otro tiempo percibiendo mi voz a la distancia me oías, y abandonando la morada de tu padre, viniste resplandeciente tras uncir el carro llevado hacia la negra tierra por hermosos y ágiles gorriones que arremolinaban sus tupidas alas, desde el cielo y a través del éter e inmediatamente llegaron, bienaventurada. Con una sonrisa en tu rostro inmortal, preguntaste
“¿Por qué nuevamente estás sufriendo? ¿Por qué otra vez me estás llamando? ¿Qué deseás más que cualquier otra cosa, loco corazón? ¿A quién debo persuadir y conducir hacia tu amor? ¿Quién te daña, Safo? Si hoy escapa, pronto perseguirá ella, si no acepta regalos, en cambio los dará, si no ama, ya pronto habrá de amar aun contra su voluntad”.
También ahora vení a mí, liberáme de penas y desvelos. Cuantas cosas mi corazón quiere, realizarlas, vos misma combatí junto a mí.

Fragmento 31

Me parece aquel varón igual a los dioses, el que sentado enfrente y cerca de vos te escucha hablar dulcemente y reír con placer. Eso verdaderamente hizo aletear el corazón dentro mi pecho, pues tan pronto como hacia vos miro un poco no me es posible emitir sonido alguno. Mi lengua estalla, un sutil fuego galopa por debajo de mi piel, los ojos no ven nada, los oídos me zumban, y un sudor frío me recorre, el temblor me captura entera, verdaderamente estoy más verde que la hierba, parece que por poco apenas me muero…

traducciones de catulo por leonor silvestri



Poema 8
Triste, Catulo dejá de decir estupideces, y lo que ves que se perdió, dalo por perdido. En otro tiempo, soles radiantes brillaban para vos, cuando a menudo ibas adonde una muchacha te llevaba, amada por mí como ninguna otra va a ser amada. Entonces aquellos muchos goces ocurrían, los que vos querías y la muchacha no negaba. Verdaderamente, soles radiantes brillaban para vos.
Ahora ella no quiere; vos tampoco, desenfrenado, quieras, ni sigas a la que huye, ni vivas triste sino con ánimo perseverante soportá, resistí.
Adiós, muchacha, Catulo soporta, ni te va a requerir ni a rogar contra tus deseos. En cambio vos vas a sufrir cuando nada se te ruegue. ¡Ay de vos, maldita! ¿Qué vida te espera? ¿Quién te va a ir a visitar ahora? ¿A quién le vas a parecer hermosa? ¿A quién vas a amar ahora? ¿De quién se va a decir que sos? ¿A quién vas a besar? ¿De quién vas a morder los labios?
En cambio, vos Catulo, firme, resistí.[1]






Poema 76
Si algún placer tiene el varón que recuerda los favores pasados, cuando medita qué es la honestidad, aquél que ni violó la sagrada confianza ni ningún pacto, ni hizo mal uso del poder de los dioses para engañar a los hombres, entonces muchas felicidades te aguardan a vos, Catulo, preparadas durante una larga vida, por causa de este ingrato amor. Pues cualquier cosa que los hombres puedan decir o hacer en bien de alguien, esto lo hiciste y lo dijiste, todo lo cual pereció al ser confiado a una mente ingrata.
¿Por qué te torturás tanto por este asunto? ¿Por qué no endurecés tu espíritu y te retirás de ahí, y dejás de estar triste ya que los dioses se oponen a que lo estés? Es difícil hacer a un lado súbitamente un largo amor. Es difícil pero hacélo, sea como fuere. Esta es la única salvación, esto es lo que debés dominar completamente. Hacélo, puedas o no puedas.
Dioses, si es propio de ustedes compadecerse o si alguna vez proporcionaron a alguien una última ayuda en el momento mismo de la muerte, préstenme atención, triste de mí, y si viví con pureza, arranquen esta peste y este mal de mí, que deslizándose subrepticiamente como una parálisis en lo hondo de mis miembros arrancó la felicidad de mi pecho entero. No pretendo ya que me retribuya lo que siento por ella, ni que quiera ser honesta, puesto que no es posible. Deseo curarme yo y hacer a un lado esta funesta enfermedad. ¡Dioses!, concédanmelo a mí por mi devoción hacia ustedes.[2]

Poema 109[3]:
Me prometés, vida mía, que este amor nuestro del uno al otro será para siempre feliz. Dioses venerables, hagan que ella pueda prometer de verdad, y que hable sinceramente y de corazón, para que sea posible por el resto de la vida continuar eternamente este pacto de sagrada amistad.

Poema 72[4]:
En otro momento decías, Lesbia, que sólo admitías a Catulo y que ni a Júpiter querrías tener en vez de a mí. Entonces me enamoré de vos no como el vulgo, de su amante; sino como un padre ama a sus hijos y a su linaje. Ahora yo admito quién sos. Por eso, aunque ardo vivamente, me sos mucho más vil y traidora. Me preguntás cómo es posible. Porque una injusticia tal obliga a desear más pero a apreciar menos.

Poema 85[5]:

Te odio pero te deseo, quizás quieras saber por qué, no lo sé pero es así y me desgarro.

Poema 75 [6]:
Por tu culpa, Lesbia, mi espíritu fue arrojado hasta aquí, y de tal forma se extravió a si mismo debido a su fidelidad que ya no es capaz de apreciarte aunque te vuelvas la mejor, ni es capaz de dejar de desearte aunque hagas de todo.


Poema 70[7]:
Mi mujer dice que con nadie quiere casarse excepto conmigo; ni siquiera si Júpiter en persona se lo pidiera. Eso es lo que ella dice, pero lo que una mujer le dice a su amante lleno de deseo hay que escribirlo en el viento y el agua que corre.

Poema 58[8]:
Celio, nuestra Lesbia, Lesbia aquella, aquella Lesbia, la única que Catulo amó más que a sí mismo y a todos los suyos; ahora por las esquinas y los callejones se la chupa a los descendientes del magnánimo Remo.

Poema 16
Yo me los voy a culear y voy a hacer que me la chupen, a vos, Aurelio, culo roto y a vos, Furio, que sos una loca bailarina. Ustedes, que de mis versitos, porque son un poquito delicados, opinaron que yo soy un desvergonzado. Pues, el poeta en persona debe ser respetuoso y recatado, pero no hace falta que lo sean sus versitos que finalmente tienen sal y pimienta si son un poquito delicados y desvergonzados, y sí también pueden provocar aquello que excita, no digo a los jóvenes, sino a esos peludos que no se les para la pija. ¿Ustedes, porque leyeron mis “muchos miles de besos” me creen menos macho? Yo me los voy a culear y voy a hacer que me la chupen[9].


Poema 5:
Vivamos, Lesbia mía, y amemos; que los habladurías de los muy severos viejos todos juntos no valgan ni un centavo para nosotros. Los soles pueden morir y renacer, una vez que muera una breve luz, una única noche eterna nos queda dormir. Dáme mil besos, luego cien, luego otros mil, por segunda vez cien, después hasta otros mil, luego cien...finalmente, cuando sumemos muchos miles, los confundiremos para no entender, ni para que ningún desgraciado pueda envidiarnos cuando sepa que son tantos besos.[10]

Poema 51[11]:
Aquél me parece ser un dios, aquél, si no es una impiedad, me parece superar a lo dioses, el que, sentado frente a vos, constantemente te observa y escucha tu dulce reír. Miserable, esto desgarra todos mis sentidos, pues tan pronto como te veo, Lesbia, nada resta de mí….La lengua se entorpece, una tenue llama fluye por debajo de los miembros, los oídos tintinean con su propio sonido, las lámparas gemelas de mi rostro se cubren con noche.
El ocio, Catulo, te molesta, con el ocio te regocijás y te alegráas demasiado: El ocio, otrora, perdió a reyes y prósperas ciudades.


[1] Miser Catulle, desinas ineptire,/et quod uides perisse perditum ducas./fulsere quondam candidi tibi soles,/cum uentitabas quo puella ducebat/amata nobis quantum amabitur nulla./ibi illa multa cum iocosa fiebant,/quae tu uolebas nec puella nolebat,/fulsere uere candidi tibi soles./nunc iam illa non uult: tu quoque impotens noli,/nec quae fugit sectare, nec miser uiue,/sed obstinata mente perfer, obdura./uale puella, iam Catullus obdurat,/nec te requiret nec rogabit inuitam./at tu dolebis, cum rogaberis nulla./scelesta, uae te, quae tibi manet uita?/quis nunc te adibit? cui uideberis bella?/quem nunc amabis? cuius esse diceris?/quem basiabis? cui labella mordebis?/at tu, Catulle, destinatus obdura.

[2] Siqua recordanti benefacta priora uoluptas/est homini, cum se cogitat esse pium,/nec sanctam uiolasse fidem, nec foedere nullo/diuum ad fallendos numine abusum homines,/multa parata manent in longa aetate, Catulle,/ex hoc ingrato gaudia amore tibi./nam quaecumque homines bene cuiquam aut dicere possunt/aut facere, haec a te dictaque factaque sunt./omnia quae ingratae perierunt credita menti./quare iam te cur amplius excrucies?/quin tu animo offirmas atque istinc teque reducis,/et dis inuitis desinis esse miser?/difficile est longum subito deponere amorem,/difficile est, uerum hoc qua lubet efficias:/una salus haec est. hoc est tibi peruincendum,/hoc facias, siue id non pote siue pote./o di, si uestrum est misereri, aut si quibus umquam/extremam iam ipsa in morte tulistis opem,/me miserum aspicite et, si uitam puriter egi,/eripite hanc pestem perniciemque mihi,/quae mihi subrepens imos ut torpor in artus/expulit ex omni pectore laetitias./non iam illud quaero, contra me ut diligat illa,/aut, quod non potis est, esse pudica uelit:/ipse ualere opto et taetrum hunc deponere morbum./o di, reddite mi hoc pro pietate mea.
[3] Iucundum mea uita mihi proponis amorem /hunc nostrum inter nos perpetuumque fore. /di magni. facite ut uere promittere possit. /atque id sincere dicat et ex animo. /ut liceat nobis tota perducere uita /aeternnum hoc sanctae foedus amicitiae.
[4] dicebas quondam solum te nosse Catullum /Lesbia. nec prae me uelle tenere Iouem. /dilexi tum te. non tantum ut uulgus amicam. /sed pater ut natos diligit et generos. /nunc te cognoui. quare etsi impensius uror. /multo mi tamen es uilior et leuior. /qui potis est inquis. quod amentem iniuria talis /cogit amare magis sed bene uelle minus.
[5] Odi et amo. Quare id facias, fortasse requiris/necio sed fieri et excrucior.
[6] huc est mens deducta tua mea Lesbia culpa./atque ita se officio perdidit ipsa suo. /ut iam nec bene uelle queat tibi si optima fias. /nec desistere amare omnia si facias.
[7] nulli se dicit mulier mea nubere malle /quam mihi. non si se Iuppiter ipse petat. /dicit. sed mulier cupido quod dicit amanti /in uento et rapida scribere oportet aqua.

[8] Caeli, Lesbia nostra, Lesbia illa/illa Lesbia, quam Catullus unam/ plus quam se atque suos amavuit omnes/ nun in quadriuiis et angioportis/glubit magnanimi Remi nepotes.
[9] Pedicabo ego vos et irrumabo,/ Aureli pathice et cinaede Furi, / qui me ex versiculis meis putastis, / quod sunt molliculi, parum pudicum. / nam castum esse decet pium poetam/ ipsum, versiculos nihil necessest; / qui tum denique habent salem ac leporem, /si sunt molliculi ac parum pudici / et quod pruriat incitare possunt, / non dico pueris, sed his pilosis,/qui duros nequeunt movere lumbos. /vos, quod milia multa basiorum /legistis, male me marem putatis? /pedicabo ego vos et irrumabo.

[10] Vivamus, mea Lesbia, atque amemus, /habladuríasque senum severiorum /omnes unius aestimemus assis. /soles occidere et redire possunt: /nobis, cum semel occidit brevis lux, /nox est perpetua una dormienda. /da mi basia mille, deinde centum, / dein mille altera, dein secunda centum, /deinde usque altera mille, deinde centum. /dein, cum milia multa fecerimus, /conturbabimus illa, ne sciamus, /aut nequis malus invidere possit, /cum tantum sciat esse basiorum.
[11] Ille mi par esse deo videtur, /ille, si fas est, superare divos, /qui sedens adversus identidem te / spectat et audit //dulce ridentem, misero quod omnes /eripit sensus mihi: nam simul te, /Lesbia, aspexi, nihil est super mi // /lingua sed torpet, tenuis sub artus /flamma demanat, sonitu suopte /tintinant aures geminae, teguntur / lumina nocte. //otium, Catulle, tibi molestum est: /otio exsultas nimiumque gestis: / otium et reges prius et beatas / perdidit urbes.

lunes, 9 de julio de 2007

¿ACASO TENEMOS QUE ESTAR DESNUDAS PARA INGRESAR AL MUSEO METROPOLITANO?


El grupo de activistas Guerrilla Girls promovió, hace unos años, una famosa campaña: “¿Acaso tenemos que estar desnudas para ingresar al Museo Metropolitano? 5% de artistas mujeres, 85% de desnudos femeninos en los museos de arte moderno” La cifra hace alusión al lugar recurrente de la mujer como productora de arte donde comúnmente se afirma que hay pocas, o peor, se supone que no son tan relevantes. ¿Pero se puede acaso continuar abstrayendo su producción de la historia del arte y la literatura
Tradicionalmente, occidente organiza su relato a partir de “grandes? momentos”, transitados casi exclusivamente por algunas “celebridades”. En esa historia, el papel de la mujer es la de ser musa, “objeto” de la mirada. Los valores imperantes de nuestra sociedad, centrada en cierta clase de varón, reproduce, en el estudio institucional, la invisibilización de la producción de mujer. En el ensayo 3 Guineas, Virginia Wolf sostuvo que una sociedad gobernada por varones tiende a confiar en las lecturas de varones. Sin embargo, el “cupo femenino” en ciertos espacios de poder, donde la situación de la mujer se ha modificado gracias a la fuerza indiscutible de sus intelectuales, no garantiza, ipso facto, la promoción de su producción artística, porque incluso las víctimas de la violencia simbólica pueden ser su vehículo. Por ejemplo, el gobierno de la Ciudad de Buenos Aires publica, en el 2007, dos antologías de narrativa argentina, de distribución gratuita como parte de su programa Opción Libros, bajo la coordinación y compilación de la Lic. Cedro, la subsecretaría, Stella Maris Puente, más otras dos mujeres en el equipo general. En los dos tomos publicados hasta hoy, se encuentran 3 narradoras sobre un total de 22 autores. Asimismo, aunque las generalizaciones son antipáticas para quienes hacen otros esfuerzos, los programas recientes de las literaturas de la carrera de Letras sólo introducen cerca de un 15% de textos de ficción de mujeres, o cuando lo hacen, es a través de un programa de género. Nora Domínguez, vice-presidenta del Instituto Interdisciplinario de Género de la UBA, agrega que “las mujeres escritoras llegan tarde a los programas porque hay algún tren que no para donde ellas residen. No podría afirmarse que sufren un borramiento absoluto pero la lista que conforman es reducida”. La máxima eminencia actual en literatura argentina, Beatriz Sarlo, publicar recientemente un libro de ensayos,-edición al cuidado Sylvia Saítta, catedrática de la UBA-, con sólo tres trabajos sobre autoras sobre un total de 483 páginas: dos de las tres beneficiadas, Victoria Ocampo y Juana Bignozzi, al estilo de lo que ocurre con Frida Kalho, son principalmente consideradas a través de sus excepcionales vidas y el tendido de “redes amicales” masculinas, o de los aspectos más seductores de los desvíos de su clase. Stricto sensu, Ocampo, una de las figuras más relevantes del campo intelectual argentino del s. XX, no fue, como sí su hermana, una escritora de ficción. Mejor suerte corren las mujeres en el tomo a cargo de Saítta de Historia Crítica de la Literatura Argentina, dirigido por Jitrik, donde abundan, para cada volumen, prestigiosas investigadoras. Pero, el eje central de la literatura de mujer es allí, en general, los límites de la ficción y la (auto)biografía. Domínguez advierte que los textos de mujeres “pocas veces pueden librarse de ser leídos sobre el telón de fondo del imaginario voraz de la “literatura femenina”. Por eso, no importa solo qué, cuánto, cómo, dónde se produzca y quién lo encare sino cómo se lea”. La manera cómo leemos, que mayormente se desprende de lecturas previas padecidas durante las socializaciones, determina qué leemos y qué hacemos circular. Por ende, un canon centrado en la masculinidad, prestigia y legitima, a través de sus estrategias de interpretación, independientemente de la expresión de género de sus agentes, materiales con esas características o perpetra cierto tipo de textos, donde especialmente las narrativas son privilegiadas.
Aunque, de acuerdo con la Cámara Argentina del libro, sólo un 20% de mujeres han publicado libros en los últimos 10 años, siguiendo a Bourdieu, podemos sostener que los análisis estadísticos niegan la posibilidad de estudiar escritores y/o géneros no hegemónicos, y prohíben el acceso al éxito en el campo intelectual. Consultada sobre este tema, Susana Cella, catedrática e investigadora de la UBA considera que la institución clasifica y relega a autoras “porque no tienen el mismo aparato de propaganda y circulación que los varones. El canon se convierte en una estrategia mercantil del circuito editorial que responde a la lógica del mercado y a maniobras de dominación.” Domínguez afirma que “desde hace unos años, algunas académicas se han ocupado de que más nombres de mujeres se hagan presentes, no con el objetivo de completar una lista que siempre será parcial, sino para que se conozcan escrituras que tienen un compromiso provocador con la literatura y porque tenerlas en cuenta estimula el deseo y la curiosidad de hallar otras singularidades en un espacio múltiple.”
Por otra parte, Diana Wechsler, catedrática de la UBA y presidenta del Centro Argentino de Investigadores del Arte, sostiene que ciertas hipótesis hacen “surgir naturalmente la presencia de la mujer. Por ejemplo, en los años 30-40, su presencia en el arte de Occidente es enorme en relación al realismo/surrealismo en el juego de arte y política: María Izquierdo, Raquel Forner, Gertrud Stern, Eleonora Carrington, Anne-Marie Henrie, o, incluso, Nora Borges. El movimiento moderno tiene una dinámica que el relato oficial está ocluyendo: no ponerlas es elegir descartarlas.” Mara Sánchez, de la cátedra de Sociología y Antropología del Arte de la UBA y Prof. de Bellas Artes afirma que “La idea de cupo habla de la existencia, aún hoy, de los silencios de la mujer en la historia. Si los silencios no existieran, la demanda de un porcentaje de mujeres en la esfera pública no existiría”. Más aun, Sánchez advierte acerca de la producción colectiva, por ejemplo en los talleres de Tintoreto o Caravaggio, como así también en ciertas disciplinas, todavía consideradas “menores”, como el grabado o el telar, donde sí hay mujeres, cuya presencia la hegemonía de una historia del arte nominal invisibiliza.
Siguiendo a Francine Maciello, la promoción sistemática de la producción simbólica de la mujer advierte acerca del status del arte y la literatura en la apertura de caminos que conduzcan a acciones sociales alternativas: precisamente su capacidad subversiva y de transformación de las estructuras culturales. Negarle este rol, quizás sea negarle uno de sus valores inmanentes como aparatos de cambio, donde visibilizar las expresiones artísticas e intelectuales de las mujeres de todas las épocas, desde Corina, la ignorada competidora de Píndaro, o Aspasia en la Grecia antigua, hasta nuestros contemporáneas, tenga la fuerza para arrastrar tras de si a toda una ola de diversidades de género y de pensamiento que en la actualidad no tienen lugar en el discurso hegemónico, no desde un deber ser políticamente correcto, sino desde lo más desafiante y subalterno. Más aun, recordar y dar voz a nuestras predecesoras cuya experiencia artística ha sido olvidada o desaparecida no es una cuestión menor, especialmente en un país con miles de voces ausentes, desde pueblos originarios hasta generaciones enteras de luchadores y luchadoras. Resta analizar hasta que punto la producción de mujer todavía necesita organizarse en formaciones, en términos de Williams, para promoverse en una sociedad organizada en torno al varón, bajo cuya lógica se administran los bienes simbólicos y materiales de todo el resto.


Leonor Silvestri




Barnstone, Aliki & Willis. A Book of Women Poets from Antiquity to Now. Schocken. New York. 1980.
Bourdieu, Pierre. La dominación masculina. Anagrama. Barcelona. 1999.
D’Atri, Andrea. Pan y Rosas. Pertenencia de género y antagonismo de clase en el capitalismo. Las armas de la crítica. Buenos Aires. 2004.
Domínguez Nora y Puilla Carmen. Fábulas del género. Beatriz Viterbo. Rosario. 1998
Fe, Marina, coordinadora. Otramente: lectura y escritura feminista. Fondo de Cultura Económica. México. 1999
Lerner, Gerda: La creación del patriarcado. Editorial Crítica. Barcelona: 1986.
Molina Petit, Cristina. Dialéctica feminista de la Ilustración. Anthropos. Barcelona. 1994.